Nuevamente estamos terminando un año. A lo mejor recordando los momentos vividos, los buenos y los malos, por supuesto y agradeciendo tener la suerte de celebrar otra Navidad y pasar a un nuevo año.Creo que en mi recuerdo aparecen todas las Pascuas vividas y todas tienen algún detalle que las hace hermosas y queribles. Arbolitos de distintos tamaños y decoraciones, más pequeños, más grandes, con adornos sencillos, con decoraciones más caras, con velitas (cuando era niña) con luces intermitentes después, con muchos regalos o con pocos, unos muy ordenados y otros muy caóticos y divertidos con la intervención de manitos pequeñas. Los antiguos, pinos de verdad cortados del bosque (que barbaridad) pero que llenaban la casa de un perfume navideño, alguna vez un abeto comprado en un jardín, ahora pinos artificiales también bonitos y que no hieren nuestra conciencia ecológica. Todos los recuerdo y creo que podría describirlos uno a uno. Y junto a estos arbolitos fuimos creciendo y fué creciendo la familia, y fueron más voces para cantar , más ojitos para brillar con los regalos, más abrazos que compartir y más corazones para latir con amor, con ese amor que se fué trasmitiendo alrededor de los arbolitos de Pascua ...